Si hay algo que haya cambiado en los últimos años el mundo online es sin duda su inevitable conexión con el offline, o el «mundo real».
Si hasta hace relativamente poco tiempo lo que ocurría en la red estaba reservado sólo a una pequeña parte de la población, en los últimos tiempos parece que se puede afirmar que su influencia alcanza cada vez a más público, llegando a ser casi global.
Todo pudo comenzar por el primer comerciante que se animó a poner en un cartel publicitario, junto a su logo, el icono de Facebook o Twitter con sus direcciones «virtuales» correspondientes.
El primer paso hacia la «inmersión online» fue proclamar «Estoy en Facebook» «Estoy en Twitter».
Después, tras superar los primeros años de excepticismo sobre su «poder real», sobre todo como herramienta de marketing o publicidad, la «moda» se extendió universalmente.
Y a muchos les pilló desprevenidos. Tanto es así que hasta un gigante tecnológico, bandera de la innovación como Google, ha confesado sólo unos días atrás que erró al infravalorar a Facebook, la mayor red social de la actualidad con 700 millones de usuarios en todo el mundo.
Por eso hoy en día quedan pocas dudas sobre su «poder real» y la mejor prueba de ello son las elaboradas campañas publicitarias que unen los dos mundos, el online y el offline, como si nunca hubieran estado separados: